CLINICA HEDNER VALLADOLIDLos celos son una de las dificultades que más pueden mermar el porvenir de una pareja. De hecho, una mala gestión de los celos puede provocar un daño de tal calado, que suponga la ruptura misma.

Como en otras ocasiones, lo primero que tendríamos que tener claro es a qué llamamos celos. Muchos autores afirman que los celos son una emoción, pero tal vez lo correcto es decir que son un conjunto de emociones, que aparecen ante situaciones concretas. Al ser emociones, estamos hablando de respuestas de nuestro cuerpo ante estímulos del ambiente. Pues bien, las situaciones que suelen evocar este conjunto de emociones son aquellas que hacen sentir a una persona amenazada, afectivamente hablando.

Jaap Joris Attribution-ShareAlike 2.0 Generic

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Siendo estrictos, más que hablar de situaciones que evocan respuestas, habría que hablar de la interpretación de situaciones y sus respuestas. Es decir, no reaccionamos ante una situación concreta, sino ante cómo nosotros la percibimos. Estas reacciones, aun siendo un conjunto de emociones que varían en intensidad, proporción y duración, se caracterizan por una emoción que predomina en todas las situaciones donde existen celos: el miedo. A veces es más evidente y más reconocible o asumible por la persona que sufre celos, y a veces no tanto, pero el miedo es el principal motor de la reacción celosa de una persona. ¿Miedo a qué? Los miedos que genera una situación de celos suelen ser el miedo al abandono, el miedo a la soledad, al fracaso, a lo desconocido o incluso miedo a la incertidumbre.

No existen situaciones que evoquen celos y situaciones que no, de forma universal, sino interpretaciones que dan lugar a ello. Por ejemplo, si vemos a nuestra pareja hablando con otra persona, de una forma muy cercana y con mucha confianza, podría ser una situación que puede provocar celos (o no), pero es que ver a nuestra pareja dar las gracias a alguien por indicarle dónde se encuentra la calle a la que quiere ir, también puede provocar celos (o no)…

¿De qué depende que tengamos celos o no?

Entonces, ¿de qué depende que tengamos celos o no? Tal como ya se ha dicho, de cómo interpretamos las situaciones, pero, ¿por qué interpretamos situaciones de forma distinta? Debido a factores que tienen que ver con nuestro estilo de apego (es decir, la forma que tenemos de vincularnos emocionalmente y que se define a edades muy tempranas en base a las experiencias con nuestra principal figura de apego), nuestra historia de vida (experiencias en las relaciones con los demás, traumas emocionales, etc.), e incluso con factores genéticos que hablan del componente hereditario de ciertos rasgos de personalidad.

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¿Qué podemos hacer para no ser celosos?

Como en casi todos los cambios que tienen que ver con nuestra forma de ser, hábitos o costumbres, no existe la forma de dejar de ser celoso de la noche a la mañana, pero sí existen claves que nos pueden ayudar:

1. No evites los celos:

Esta primera clave puede parecer un poco incoherente, pero las emociones se dan como reacciones ante nuestro contexto, y son reacciones muy automatizadas, que no se rigen por la razón ni son susceptibles de ser reflexionadas antes de darse. De hecho, suele suceder que cuando evitas una emoción, se manifiesta de una forma más contundente. Lo que sí es posible evitar son reacciones tras darse la emoción, es decir, la conducta.

Si una persona siente celos puede reaccionar de muchas formas (aislándose, empleando violencia, llamando la atención, etc.). Lo recomendable ante estos casos es realizar un ejercicio de introspección una vez sintamos que los celos se están apoderando de nosotros (qué me está pasando, qué ha sucedido, por qué creo que estoy sintiéndome así…). Es más, aquí es fundamental realizar un ejercicio de aceptación de nuestros propios celos (“estoy celoso, lo acepto, ahora voy a ver cómo puedo actuar de la mejor forma posible”).

2. Controla tus pensamientos:

Hay tres planos que interactúan entre sí muy estrechamente en una persona: el plano emocional, el plano conductual y el plano cognitivo. Al contrario que sucede con las emociones, los pensamientos (plano cognitivo) sí se pueden controlar y, por tanto, determinar cómo se dan las emociones y cómo nos comportamos.
¿Cómo? A través de un proceso que tiene que ver, en primera instancia, con la toma de conciencia. Saber que estamos teniendo un tipo de pensamientos que no nos benefician en nada es el primer paso para tener un mayor control.

Los llamados “pensamientos irracionales” son pensamientos que tienen una estructura similar (aparecen de forma súbita, son de carácter absolutista, reduccionista y ofrecen una visión sesgada de la realidad). Algunos pensamientos irracionales que pueden aparecer en alguien que está celoso pueden ser del tipo “seguro que está con otro”, “a mí no me quiere nadie”, “él vale más que yo, así que seguro que está con otra”…

Al tomar conciencia de este tipo de pensamientos podemos combatirlos con más garantías de éxito, realizando contra argumentaciones basadas en hechos, como si de una conversación con nosotros mismos se tratase.

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3. Proyecto de vida y crecimiento personal:

Es recomendable que en una relación haya un espacio compartido, donde se favorezca el crecimiento de la pareja, pero este crecimiento no tiene sentido si no hay un espacio propio donde cada uno se desarrolle como persona. Por este motivo, lo ideal es que una persona que tenga unos determinados hobbies, no los deje de lado en el momento en el que se empareja, por motivo “apostar” por la nueva relación.

¿Por qué tener un proyecto de vida personal es importante?

Apostar por nosotros mismos no significa dejar de apostar por la relación, de hecho, es más bien al contrario. Cuando apostamos por nosotros mismos, vamos a obtener un beneficio personal que va a verse reflejado en el bienestar de la relación.

Hablando de celos en una pareja, cuando una persona centra toda su atención en el crecimiento de la pareja y poca o ninguna atención en su crecimiento personal, los miedos van a darse con mayor intensidad, en tanto que el “proyecto” por el que se ha apostado puede verse amenazado, y no tenemos ningún otro.

En resumen, nuestra actitud en situaciones de celos será más positiva si tenemos un espacio donde desarrollarnos personalmente.

4. Ilusión de control:

Este concepto hace referencia a que tendemos a creer que tenemos más control sobre muchas situaciones del que realmente tenemos. Por ejemplo, cuando un jugador de bolos lanza su bola y se desvía un poco, y el jugador realiza movimientos con el cuerpo o con las manos con la “intención” de que la bola corrija su trayectoria, cuando realmente la trayectoria de la misma no se va a ver afectada en nada tras haber sido lanzada.

En nuestro día a día creemos tener más control sobre el que realmente tenemos, pero lo realmente importante aquí es que esa sensación de control nos ocasiona, a menudo, una gran cantidad de estrés.

Independientemente de que yo esté preocupado, no está bajo mi control que mi pareja me pueda ser infiel o no. Tener claro lo que está bajo nuestro control y lo que no, y saber que vamos a perder el tiempo preocupándonos por lo que no lo está, es un paso muy importante para gestionar mejor los celos.

5. Confianza… ¿en quién?

Por último, los celos tienen que ver con una falta de confianza, y generalmente dirigimos esa falta de confianza a la persona errónea. La falta de confianza en los celos es siempre hacia nosotros mismos, ya que hablamos de un conjunto de emociones, donde está presente el miedo (nuestro miedo, no el de otros).

Una persona que confía en sí misma afronta los miedos desde una posición distinta a una persona con poca confianza o incluso con tendencia a depender emocionalmente de otros. Así que podemos hacer frente a los miedos que se generan cuando tenemos celos a través de la confianza en nosotros, quitándonos complejos que nos frenan y aceptando quiénes somos y no quiénes otros quieren que seamos.

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Fuente: Alberto Álamo Díaz / Rosa Montaña de CLINICA HEDNER
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